星期三, 9月 28, 2005

Socioanálisis dos

Somos testigos de un cambio cuya magnitud es tal que se nos escapa. Dentro de los aspectos más importantes que se deben considerar, la globalización ha significado un impresionante aumento en la velocidad y capacidad de intercambio de las comunicaciones. Si en un sentido se puede sostener que toda sociedad humana es una sociedad de la información, porque siempre ha habido un intercambio de ella entre los grupos y los individuos, nunca antes en la historia de la humanidad se había producido un proceso de intercambio de información como el que vivimos con la masificación de las nuevas tecnologías de información y comunicación. Es así que, se señala apropiadamente, que a todo lo largo de su transcurso, la humanidad solo se ha visto enfrentada a tres momentos como el actual, del que somos parte: la transmisión de mensajes a través de la palabra, la invención de la escritura (en sus dos formas de forma manuscrita e impresa y la digitalización contemporánea. Si la cultura oral fue el modo dominante de transmisión desde los albores de la humanidad hasta unos 3.500 años AC, es decir, cubriendo un período aproximado de alrededor de... ¡unos 200 mil años!, ello cambió con la aparición de la escritura, cuyo saber, transmitido entre expertos (y de acuerdo a diferencias que marcaba la cultura), se mantuvo como el medio de transmisión dominante hasta la invención de la imprenta de tipos móviles por Gutenberg en el siglo XV DC. Desde entonces y hasta nuestros días.

Por de pronto, hay pues un llamado a la construcción del Sistema Nacional de Protección Social. En lo que me ha tocado percibir, la institución se encuentra fragmentada entre quienes perciben con propiedad los cambios generativos que el sistema requiere para ser tal y quienes consideran que el devenir es cosa “natural”, que vendrá por si solo y se contentan en consecuencia, con repetir sus prácticas funcionarias alrededor de los siempre discutibles y poco claros principios del apego a la norma y el reglamento, que termina por ahogar toda innovación incluso antes de que ella se formule.

Para que se produzca la requerida innovación y se aborde decididamente el importante cambio que requieren concepción y diseño, ejecución y práctica de las Políticas Sociales, se debe contar por lo menos con los siguientes factores en concierto: la idea fuerza que permita la adhesión, la racionalidad política que aporte la expresión de su voluntad y el financiamiento que permita dotarse de las herramientas necesarias para llevar a cabo la labor propuesta.

Paradojalmente –como no podría dejar de serlo en nuestra era, ni para nuestra disciplina-, todos esos factores están presentes y solamente pareciera faltar el impulso de desvelo al cual estas letras se suman: el término del mandato presidencial, implica un doble proceso de toma de conciencia y clarificación de lo que se ha hecho, que requiere establecer con claridad los logros institucionales, por una parte, así como la mirada crítica de lo que se hizo y el establecimiento pertinente de lo que debe hacerse a futuro. Por otra parte, la institucionalidad democrática ha establecido en nuestro ámbito y como hemos dicho, que debemos construir el Sistema Nacional de Protección Social. Es pues el momento adecuado para hacer una propuesta programática que recoja lo ya realizado como aporte necesario y que proyecte sobre bases sólidas una nueva forma, que de aquí surgida, habrá no obstante de negar la anterior, como niega el día la noche de la cual emerge.

Pensamos que las categorías que constituían esa realidad que llamábamos pobreza, también han sufrido el impacto de las nuevas condiciones de un mundo globalizado y en cambio permanente, que se han modificado y que en consecuencia, es necesario y urgente acelerar la búsqueda de nuevos marcos teóricos y conceptuales activos que potencien esas transformaciones y que para ello es también imprescindible dotar a las personas de los mecanismos instrumentales que les permitan concebir una acción positiva más allá del estigma y la exclusión. Nos apoyamos en las características transformadoras de la motivación humana.

Nuevos códigos y nuevos lenguajes para motivar la integración a una nueva realidad, los dos grandes ejes directores de estos cambios que enfrenta la sociedad, son la internacionalización y el paradojal surgimiento de lo local. En ello, por cierto juega un papel de primera importancia, tanto por su rol de gestor como de mediador, la presencia de las TIC. En lo inmediato y próximo, habríamos de concebir una estructura concéntrica de distintos niveles de complejidad –ninguno de los cuales sería menor, en razón de las características de los cambios que enfrentamos-, que encontrara en su centro inmediato la generación de políticas estratégicas en la unidad de SiiS (que no por azar, es la unidad que concentra el conocimiento de las tecnologías informacionales y sus dinámicas). Desde allí tenemos que generar el trabajo de difusión y extensión que posicione y autentifique nuestra propuesta social.

Por de pronto, hay pues un llamado a la construcción del Sistema Nacional de Protección Social Integrado y Solidario. Toda institución, frente a los cambios, manifiesta por una parte adhesión y por la otra resistencia a los mismos, lo que puede conducir a que la institución se vea –organizacionalmente- fragmentada entre quienes perciben con propiedad los cambios generativos que el sistema requiere para ser tal y quienes consideran que el devenir es cosa “natural”, que vendrá por si solo y se contentan en consecuencia, con repetir sus prácticas funcionarias alrededor de “no-discutibles” principios de apego a la norma y el reglamento, que pueden terminar por ahogar toda innovación incluso antes de que ella se formule.

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